Ananke existe para recordarnos que el destino no es castigo ni casualidad.
Es una llamada del alma para ocupar el lugar que la vida nos asignó.
Y cuando cada uno lo hace, el amor —como fuerza ordenadora— vuelve a fluir.

Nuestra labor no es cambiar el destino, sino reconciliarnos con él. Cuando el alma recuerda su propósito, el caos encuentra dirección, la culpa se transforma en comprensión y el amor vuelve a fluir.
El sentido de Ananke como centro terapéutico
En el centro Ananke, esta energía mítica se convierte en una guía para el alma.
Creemos que cada persona tiene un lugar propio en la vida, y que gran parte del sufrimiento humano surge cuando lo olvidamos o intentamos ocupar el lugar de otro.
A través de las Constelaciones Familiares y los procesos terapéuticos, acompañamos a cada ser humano a reconectarse con su orden interno, restaurar los vínculos esenciales y vivir desde su verdad más profunda.
Nuestra labor no es cambiar el destino, sino reconciliarnos con él.
Cuando el alma recuerda su propósito, el caos encuentra dirección, la culpa se transforma en comprensión y el amor vuelve a fluir.

Ananke y el alma
El alma busca pertenecer, amar y servir. Pero a veces, en su lealtad inconsciente, se aleja de su propio centro.
Ananke es el espacio donde esa alma puede detenerse, mirar su historia, sanar su vínculo con la vida y con quienes la antecedieron.
Tomar nuestro lugar en la vida es el acto más profundo de amor: hacia nosotros, hacia quienes nos dieron la vida y hacia los que vendrán después.

¿Quién es Ananke?
Ananke es una palabra que proviene de la mitología griega.
Era la diosa del destino, la fuerza primordial que existía antes de los dioses, antes incluso del orden y el caos.
Su presencia representaba la necesidad inevitable que mueve la vida y asegura que cada ser ocupe el lugar que le corresponde en el universo.
Según el mito, cuando todo era confusión, Ananke fue quien comenzó a poner orden, dando forma a la creación. De ella nacieron las leyes invisibles que sostienen la existencia: el movimiento, el equilibrio, el propósito.
Incluso Zeus —el dios de los dioses— decía no temerle a nadie, excepto a Ananke, porque fue ella quien le asignó su lugar.
Testimonios
Lo que dicen nuestros consultantes
Las palabras de quienes han vivido estos procesos reflejan el poder del amor y la conciencia.

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